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Estructura del templo

Uno de los rasgos arquitectónicos que más llama la atención de la Catedral de Segovia es su esbeltez, imperante en el paisaje segoviano. Con un estilo sobrio, la catedral es la materialización del paso del tiempo y de los cambios de estilo: un gótico tardío, con rasgos arquitectónicos herrerianos y, en algunas capillas y obras del interior, aflora el barroco y neoclásico.

La Catedral de Segovia se dispone en tres naves con planta de cruz latina. Posee, a su vez, capillas laterales, crucero con ábside semicircular, cabecera con girola y capillas radiales. El claustro y la torre componen otras de las partes fundamentales del templo y destaca esta última por su gran belleza y esbeltez.

Las medidas de la catedral, que otorgan al templo una esbeltez dimensional, son las siguientes: 33 metros de altura, 50 metros de ancho y 105 metros de longitud. Las cubiertas se cierran con bóvedas de crucería. 

Girola

La girola se flanquea por siete capillas. El diseño de la girola corresponde a Juan Gil de Hontañón (1480-1526) y del fabriquero Juan Rodríguez que plantearon una cabecera con girola de cinco capillas radiales, pentagonales, y dos cuadradas al principio. 

A Juan Gil de Hontañón le sucedió su hijo, Rodrigo Gil de Hontañón, que a su muerte, en 1577, ya se había finalizado el trazado de la girola con sus capillas hasta la cornisa y las ménsulas. Se inició una nueva fase que se encargó de cerrar las bóvedas y fueron varios los arquitectos contratados, entre los que destacan Rodrigo del Solar (1590-1606) y Pedro de Brizuela (1607-1632).

Los últimos tramos de la girola fueron cubiertos ya en 1671 bajo la supervisión del maestro Francisco Viadero, mientras que sus capillas se cerrarían con unas rejas de madera talladas entre 1684 y 1690. Viadero fue el encargado de cerrar la cúpula del crucero en 1686, marcando un final constructivo de la Catedral de Segovia.

En la construcción se respetaron las trazas primitivas por lo que podemos percibir en las claves y en el perfil de la nervadura la impronta del siglo XVII.

Algunos diseños rococós en la girola, enmarcados en nervaduras doradas, muy variados, cubren por completo los plementos y otorgan un aire alegre, festivo y ligero al circuito de la girola. Ello favorece una marcada diferencia con la sobriedad arquitectónica. 

Cabecera 

La cabecera adquirió una gran complejidad durante el gótico, hasta el punto de anular, a veces, las restantes partes del templo. Esta es una representación sobresaliente  de la combinación de los elementos -botareles, pináculos, arbotantes, contrafuertes y gárgolas-, que se multiplican en cantidad y esbeltez gracias a la elección de la forma poligonal en escalonamiento de tres niveles. Fue diseñada por Juan Gil de Hontañón y ejecutada por su hijo, Rodrigo, y el fabriquero Juan Rodríguez en clara sintonía con las naves con la introducción de cresterías y botareles góticos 

Crucero 

La cúpula del crucero fue la última parte construida del templo. Trece años antes se cerraban tramos de la girola con bóvedas de crucería, dando por finalizado el gran conjunto de cabecera y girola. El encargado de cerrar el crucero fue Francisco de Viadero siguiendo las trazas de Rodrigo Gil de Hontañón en las naves y el proyecto previo de cimborrio del maestro de obras Pedro de Brizuela, fechado en 1630, pero jugando con el nuevo estilo de la segunda mitad del siglo XVII, el barroco. El objetivo era sintonizar la armonía y la integración de la cúpula semiesférica tanto por dentro como por fuera, elevada en un tambor cilíndrico sobre pechinas. En las pechinas del interior se representan los cuatro Evangelistas, obra de Andrés de Monasterio. En el exterior, el tambor cilíndrico se oculta con una crestería que corona el cuerpo cuadrado y, en los ángulos, cuatro imponentes botareles, que replican los que se sitúan en el cuerpo octogonal de la torre y cuya construcción comenzó a finales de 1562, en plena reactivación de las obras del conjunto catedralicio. El 8 de junio de 1686 se descubría en un misa especial.

La altura inicial del crucero se rebajó para no comprometer su estructura, un hecho que preocupaba décadas antes al fabriquero Juan Rodríguez tras lo sucedido con el derrumbe de esta estructura en la Catedral de Burgos y de Sevilla. Para garantizar la estabilidad, se levantaron cuatro pilares torales con más anchura y se sustituyó el ripio -conjunto de trozos de ladrillo, piedras y demás materiales- por sillería.

Antes del diseño final de Viadero, se presentaron un total de ocho proyectos: el más antiguo del primer maestro de obras de la Catedral (Juan Gil de Hontañón), un segundo, tercero, cuarto y quinto de su hijo (Rodrigo Gil de Hontañón) y, el sexto, de Pedro de Brizuela, fechado en 1630. En este se basó Viadero con actualizaciones técnicas.

Puertas

La catedral posee 3 puertas:

  • La puerta de San Geroteo
    Su nombre hace referencia al primer obispo de la Diócesis de Segovia, San Geroteo, cuya talla preside esta portada.
  • La puerta de San Frutos
    Esta portada requiere especial atención, ya que, entre otras características destacables, es la entrada habitual a la Catedral. Así mismo conviene destacar que está dedicada a San Frutos, patrón de la Diócesis y adveración de la Catedral de Segovia.

    Situada en el lado norte del crucero, desemboca en la Plaza Mayor. Se puede definir la historia de la construcción de esta puerta como un “asunto un tanto complicado” en las propias palabras del maestro de obras de la catedral Martín Ruíz de Chertudi. Corría el año 1579 cuando Chertudi comienza a construir la puerta, iniciándose un proceso creativo caracterizado como arduo y largo. La creación no solo conllevaba la puerta sino también el crucero ya que había que levantar gran parte del brazo norte de este y abovedarlo. Chertudi se desvincula de la construcción de la puerta de San Frutos en 1589 y es retomada por Pedro de Bizuela. Fue concebida en granito y no se terminó hasta 1633. La ordenación de esta fachada reproduce un esquema reducido de la de San Lorenzo de El Escorial. Esta puerta está compuesta de dos cuerpos. El cuerpo superior está aderezado con dos columnas de estilo corintio; el inferior está compuesto por cuatro columnas de estilo dórico. Sobre estas se alza un frontón triangular. Una imagen de San Frutos corona el nicho central del segundo cuerpo. Fue diseñada por el escultor Felipe de Aragón en el 1611 y labrada en piedra de granito por Nicolás Gonzáles. En la parte inferior, los nichos diseñados para las estatuas de san Valentín y Santa Engracia, hermanos de san Frutos

  • Puerta de Santa María o puerta del Perdón
    Rodeada por dos puertas laterales, en la fachada principal de la Catedral -de una sencillez imperante y orientada al oeste- se encuentra la Puerta del Perdón o de Santa María. Las dos puertas laterales menores que la flanquean poseen arcos trilobulados. El arco trilobulado, también llamado arco trifoliado, se caracteriza por poseer tres lóbulos en su intradós o en su curva interior. Destaca en el parteluz de la portada la imagen de Nuestra Señora procedente de la antigua catedral. La imagen en piedra se sitúa bajo un dosel. Hacia el mismo exterior se abre el enlosado. Pináculos, leones coronados o leones dispuestos con escudos, se disponen en los muros que separan el enlosado de las calles.

Coro

El coro de la Catedral de Segovia se encuentra situado frente al Altar Mayor y ocupa los tramos tercero y cuarto, respectivamente. Proviene en su mayor parte de la catedral antigua y fue obra de los tallistas Pedro de Palencia y el maestro Juan, a los que se pagó una cantidad total de 151.049 maravedís. Los trabajos de tallado comenzaron en 1458 y se prolongaron hasta 1463 con la colocación de las sillas destinadas del rey Enrique IV y la reina Juan de Portugal, costeadas por el cabildo por 40.000 maravedís adicionales, aunque 30.000 habían sido donados por el rey, el cual estaba muy ligado a Segovia al tener el Alcázar como residencia real. Recordar que la antigua catedral se situaba hasta el 1525 frente al Alcázar. 

De este coro es característico la inclusión de las sillas para los reyes, junto con la del obispo, que se encuentra presidiendo el conjunto del coro. El coro de la Catedral cuenta actualmente con un total de 116 sillas organizadas en dos niveles. Los entalladores Juan Gil y Jerónimo de Amberes fueron los encargados de colocar esta sillería en el año 1558 tras el traslado realizado desde la catedral antigua a su lugar actual, además de labrar ocho sillas nuevas, altas y bajas.

La sillería es de estilo gótico y con decoración geométrica en los respaldos. En los brazos destacan temas naturales. Está aderezada por doseletes dispuestos sobre finas columnas y con tracería calada. El respaldo son arcos conopiales que, a su vez, encierran arcos rebajados sobre largas columnas.

En la silla episcopal destaca el respaldo adornado con el escudo de armas de Juan Arias Dávila, obispo de Segovia entre los años 1461 y 1497. Conviene destacar que el doselete que cubre esta silla fue rehecho por Fermín Huici en 1789. Este ebanista, vecino de La Granja, fue el encargado de añadir dieciocho sillas, diez en las hileras superiores y ocho en las inferiores, hasta completar el espacio que había quedado sin función en el coro tras la reforma del trascoro y la inclusión del retablo procedente del Palacio de Riofrío. Se siguió fielmente el modelo de la sillería gótica, hasta el punto de que tan solo un análisis minucioso delata la obra neogótica.

Las sillas destinadas a los reyes se sitúan en el acceso al coro, en último lugar y contiguas a la rejas, una frente a la otra. En la parte superior de los altos baldaquinos que coronan estas, la silla del rey Enrique IV se decora con un león portando el estandarte de Castilla y León y pisando a un musulmán tirado a sus pies. Para la silla de la reina, un heraldo con las armas del reino de Portugal. En los respaldos, cuatro escudos con las armas de Castilla, en el caso de la silla del rey, y cuatro con las armas de Portugal para la silla de la reina. Todos ellos policromados. La relevancia depositada en la construcción de estas sillas viene dada por la tradición de Enrique IV de asistir a los oficios divinos en el coro y su intento por acercarse a la institución del cabildo catedral.

Llegando al centro del coro encontramos el facistol atribuido al entallador Juan Rodríguez, como consta en los libros de fábrica de la Catedral del 1516. Este se asienta sobre un bello pie renacentista exornado de trofeos. En él, se colocaban los grandes cantorales, por duplicado, para el servicio principalmente de los canónigos que se situaban en las sillas bajas. En los fondos musicales del Archivo Capitular se guardan los libros de coro que se ubicaban en este facistol. El formato es llamativo: 80 cm de alto, muy pesados, encuadernaciones hechas en tablas de madera y hojas de pergamino, muy resistentes. De todos estos libros existen dos copias y se conservan desde el medievo. En el facistol se exponen actualmente varios ejemplos dando una idea al visitante de la importancia que ha tenido y sigue teniendo la iconografía musical en las catedrales y en la liturgia.

Los suntuosos órganos completan el coro. El diseño y confección del órgano de la Epístola es obra de Pedro de Liborna Echevarría, construido en 1702, fue subvencionado por D. Bartolomé de Ocampo y Mata, obispo de Segovia entre 1694 y 1699. En 1766 el dorador Santiago Casado doró la caja realizada años atrás por el tallista Juan Maurat, por lo que había permanecido “en blanco” hasta su asentamiento. En 1795, Manuel Sanz cambió el teclado original por uno de su autoría, así como la composición y disposición de mixturas y registros.

El órgano del Evangelio fue levantado años más tarde, en 1769, bajo diseño y dirección de José de Echevarría, nieto de Pedro de Liborna Echevarría, una familia de vital importancia para el desarrollo y mantenimiento de los órganos en la realeza española durante el siglo XVIII. José de Echevarría también fue el encargado de renovar en 1799 el órgano de la Epístola tras varios cambios efectuados en su estructura y engranaje. Este órgano fue un regalo de D. Juan José Martínez Escalzo, obispo de Segovia ente 1765 y 1773.

En 1847 José Marigómez de Echevarría, sobrino de José de Echevarría y “Organero del Rey”, sube el diapasón del órgano de la Epístola para igualarlo con el órgano del Evangelio. En 2011, el taller de Hermanos Desmottes finaliza, tras dos años, la restauración del órgano de la Epístola.

Estos dos órganos alcanzan casi los 19 metros de altura y albergan, cada uno, alrededor de 2600 tubos, además de otros elementos que hacen posible su funcionamiento, como fuelles y tablones,  formando un conjunto excepcional por su calidad estilística e histórica, además de ser considerados piezas fundamentales para entender la evolución de la música barroca española.

El órgano de la Epístola y el órgano del Evangelio revelan el esplendor del que goza la música en la Catedral y que tan unida está a la solemnidad litúrgica. Más información en https://catedralsegovia.es/coro-organos/

Una reja barroca, forjada en Elgoibar (Guipúzcoa) y colocada en 1729, cierra el coro. Fue realizada por Antonio de Elorza quien también se encargó de la rejería de la vía sacra. Este provenía de una ilustre familia de rejeros a quienes se debe gran parte del resto de las rejas del templo.

El final de la vía sacra da paso a la Capilla Mayor, espacio reservado al Cabildo. El rey Carlos III mandó construir el retablo con diseño de Francisco Sabatini. Su construcción se prolongó de 1768 hasta 1775.

Vía sacra 

La Capilla Mayor, con su consiguiente retablo, así como el coro, constituyen una de las partes mas nobles de la Catedral de Segovia. Estos están unidos mediante la vía sacra. En el suelo de este espacio unitivo podemos encontrar distintas losas de los diferentes obispos de Segovia. Destaca, además, en este espacio, un púlpito de mármol que posee imágenes a modo de relieves de los cuatro evangelistas y de la Inmaculada Concepción. Este púlpito barroco se erige sobre un pedestal donde, a su vez, se encuentran los florones del duque de Albuquerque. Procede del antiguo monasterio de San Francisco de Cuéllar, erigido por la Casa de la Cueva como panteón del Ducado de Alburquerque.

Capilla Mayor

La Capilla Mayor es uno de los espacios más importantes de la Catedral al ser lugar de celebración de la eucaristía, en este caso, en las solemnidades. Situada en la cabecera, se conforma por el presbiterio donde se disponen los elementos necesarios para la celebración litúrgica: altar, ambón, cátedra del obispo o los sitiales de los celebrantes. Destaca la formidable bóveda de crucería de planta cuadrada resuelta con arcos ovales, dobles terceletes en ambas direcciones y 45 claves. Sus nervios secundarios se disponen formando tres rombos concéntricos que, al cruzarse con los nervios principales, generan una trama en cuadrícula. La cúpula que cubre el ábside de la catedral de Segovia se construyó en el primer tercio del siglo XVII. Está dividida en siete partes con triforio.

En esta espacio destacaba el retablo mayor diseñado por el arquitecto de origen italiano Francisco de Sabatini. El retablo del Altar Mayor de la Catedral de Segovia se compone de dos cuerpos de alturas diferentes. El cuerpo inferior cuenta con cuatro grandes columnas de fuste liso y capitel jónico, una hornacina donde se encuentra la talla de Nuestra Señora de la Paz, donada según la tradición por el rey Enrique IV a la antigua catedral. Antonio y Fabio Vendetti, padre e hijo, recubrieron las vestiduras de dicha imagen en plata en el año 1770, al igual que la peana y el trono junto a seis hacheros de bronce con apliques de plata. Las coronas de la Virgen y el Niño son obra de Rafael González.

A ambos lados, dos grandes imágenes barrocas que representan a San Frutos, patrón de Segovia, y San Geroteo, primer obispo de la ciudad según la tradición cristiana. Sobre este cuerpo se dispone otro más pequeño en el que se sitúan dos imágenes de los santos segovianos San Valentín y Santa Engracia, hermanos de San Frutos, además del anagrama de la Virgen rodeado de nubes y cabezas de serafines, aludiendo a su asunción a los cielos. Fue financiado por Carlos III debido a las grandes necesidades económicas que padecía el cabildo de la Catedral, interesado en dignificar este espacio.

El monarca envió a Miguel de Múzquiz (Ministro de Hacienda) y a Francisco Sabatini para reconocer el plan que se llevaría a cabo en la Capilla Mayor. El arquitecto realizó tres diseños diferentes, regulando el coste que supondría cada uno de ellos, y el rey escogió el que posteriormente sería ejecutado. Además, Carlos III resolvió que la obra debía realizarse en cinco años en los talleres del Palacio Real de Madrid. Una vez finalizado, fue necesario hacer varios viajes para trasladarlo a la Catedral. Para su construcción se utilizaron piedras procedentes de diversas canteras españolas y de Génova. La combinación de dicha variedad de materiales requirió de una enorme destreza por parte de los ejecutores. 

Una vez finalizado, Sabatini decidió eliminar las vidrieras de la Capilla Mayor en la que estaba pintado el Apostolado, el martirio de San Pedro y varios pasajes de la vida de Cristo. En su lugar, se colocaron ventanas de vidrio blanco para que la luz penetrase de forma más directa y dotase de mayor luminosidad al retablo. La obra de Sabatini, que puede contemplarse durante la visita a la Catedral, es una manifestación de la influencia que tenía el arte cortesano en Segovia, gracias a la cercanía del Palacio Real en la localidad vecina de La Granja.

El trascoro

En 1782 el Cabildo decidió renovar el trascoro. Para ello, solicitó al rey Carlos III el retablo de mármoles del Palacio de Riofrío, obra  de Hubert Dumandre en 1758. Dicho retablo solo constaba del cuerpo central, por lo que se tuvo que añadir dos alas más para ocupar el ancho de la nave central de pilar a pilar. Se encargó en 1783 al arquitecto Juan de Villanueva el proyecto para asentar el retablo en el trascoro, contiguo al coro. Una vez aprobado, tomaron el mando de las obras Ventura Rodríguez y Juan de la Torre y López, este último responsable de los costados del coro, en las naves de la Epístola y del Evangelio, con los nichos que albergan las esculturas de los cuatro evangelistas, realizadas por Manuel Adeva Pacheco.

El retablo de mármol del trascoro consta de un cuerpo central, original del Palacio de Riofrío, con un nicho ocupado por una urna de plata cincelada por Sebastián de Paredes en 1633 que guarda las reliquias del patrón de Segovia, San Frutos. Corona este cuerpo central las esculturas de san Pedro, san Pablo y la Santísima Trinidad. A ambos lados se añadieron dos cuerpos, siguiendo el mismo diseño. En el cuerpo izquierdo, un nicho con la efigie de san Felipe y, en el derecho, de santa Isabel en recuerdo de los padres del rey Carlos III, Felipe V e Isabel de Farnesio. La capilla del trascoro se protege por una sencilla reja realizada por el segoviano Félix Egido, forjada en 1793. 

Carlos III estuvo muy vinculado a la Catedral de Segovia y se erigió a finales del s. XVIII como gran propulsor de reformas con uso generalizado de materiales nobles como los mármoles, jaspes de diferentes procedencias y colores, y el bronce. El trascoro es un ejemplo, unido al retablo de la Capilla Mayor y la renovación del pavimento del conjunto del templo.

Capillas nave del Evangelio

Capilla de la Piedad
Capilla de San Andrés
Capilla de San Cosme y Damián
Capilla de San Gregorio
Capilla de la Inmaculada Concepción

Capillas nave de la Epístola

Capilla de San Blás
Capilla del Cristo Yacente
Capilla de Santa Bárbara
Capilla de Santiago Apóstol
Capilla del Cristo del Consuelo

Capillas de la girola

Capilla de San Pedro
Capilla de San Idelfonso
Capilla de San Geroteo
Capilla de San Frutos
Capilla de San Antonio de Padua
Capilla de Nuestra Señora del Rosario
Capilla de San José

Capilla de San Antón y Capilla del Santísimo

 

Sala Capitular

La Sala Capitular fue construida bajo las órdenes de García Cubillas a mediados del siglo XVI. De una suntuosidad inédita, destaca por su artesonado dorado con el primer oro traído de América. Del suelo, de mármol, se alza un Cristo enmarcado bajo un dosel que preside el epicentro de la sala.

Debajo de esta imagen, que procede de la Capilla de la Concepción, se encuentra el sitial del obispo del siglo XVI.
Las paredes de esta sala están cubiertas con una serie de tapices tejidos por Geeraert Peemans en Buselas, en el siglo XVII. En ellos se narra la historia de Zenobia, reina de Palmira.

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