El interior de la Catedral fue lugar de enterramiento hasta finales del s. XVIII. 

En 1790, el maestro de obras Juan de la Torre y López diseñó un pavimento de losas de tres colores. Las lápidas que cubrían el suelo fueron trasladadas al enlosado, patio exterior de la Catedral donde actualmente se pueden ver. Pero los restos de los cuerpos quedaron bajo el nuevo pavimento, dentro del templo. 

Historia del enlosado 

El enlosado o atrio se encuentra en la fachada occidental de la Catedral de Segovia y su génesis está muy bien documentada.

En esta fachada comenzó la construcción de la Catedral en 1525  y cuando las obras se encontraban muy adelantadas, el Cabildo y el Ayuntamiento se sentían muy orgullosos de la belleza de su iglesia. En 1556 el Cabildo acordó que no se construyeran casas y comercios adosados a los muros de la iglesia. Ocupar el espacio urbano era una práctica habitual en la Edad Media y en este terreno así ocurrió. En 1580 se decidió derribar ciertas casas para ornato de la fachada, incluso en 1587 el Cabildo envió una encuesta a los vecinos para que dieran su parecer si les parecía oportuno el derribo de estas construcciones para que quedara un hermoso sitio como entrada a la iglesia. Las respuestas fueron unánimes y los vecinos consideraban de mal gusto la existencia de inmuebles junto a la Catedral.

Pavimentación del enlosado 

A mediados del siglo siglo XVI se comenzó a pavimentar este espacio con baldosas de granito de la cantera del Ciguiñuela. En el archivo de la Catedral se conserva una planta que dice “Traza para enlosar el atrio” probablemente del siglo XVII. El espacio se comenzó a cerrar en 1700 y mientras se trabajaba en la construcción de los muros perimetrales, Bartolomé Sánchez del Río tallaba los leones con los escudos de la ciudad, del cabildo y posiblemente de Felipe V, que hay en las esquinas. En 1754 se colocaron las pirámides. 

Un nuevo suelo para el interior de la Catedral 

Una vez concluida la Catedral se debió de proceder a la pavimentación interior del templo acorde a la época. La Academia de San Fernando aprobó a mediados del siglo XVIII el proyecto para el pavimento de la Catedral diseñado por su maestro de obras, Juan de la Torre y López. La primera piedra del pavimento de la Catedral se colocó el 24 de agosto de 1790 y de esta manera el Cabildo dio cumplimiento a la Real Orden de Carlos III de prohibir los enterramientos dentro de los templos emitida el 7 de abril de 1787.

El cementerio bajo las naves

Fue entonces cuando levantaron las lápidas que cubrían el pavimento de la catedral –respetando en su interior los cuerpos-  y se trasladaron al enlosado. Es decir, el enlosado no es un cementerio, el cementerio es el interior del templo. En el patio exterior solo están las lápidas reutilizadas.

En el enlosado hay tres tipos de lápidas: unas blasonadas con las armas del linaje, otras con el búcaro o jarrón de azucenas, símbolo del Cabildo y otras con atributos funerarios como la calavera o las tibias cruzadas. La mayor parte de ellas son del siglo XVIII, aunque también hay del XVI y XVII y en algunas aparece el acrónimo D.O.M. “Deo Optimo Máximo” es decir “Para Dios el Mejor y más grande”. 

La obra del atrio o enlosado finalizó a finales del siglo en 1899 con su cierre y las escaleras según el diseño del arquitecto municipal y diocesano Odriozola y Grimaud.