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Custodia

Rafael González Sobera
1656
Obras de restauración de la carroza donde se asiente la custodia
Obras de restauración de la carroza donde se asiente la custodia

La custodia de asiento donde se ubica el Santísimo procesiona por las calles de Segovia desde 1656. Este es el año en el que el maestro platero Rafael González Sobera elabora esta pieza fundamental durante el Corpus Christi, festividad que fue instituida por el papa Urbano IV en el año 1264 y popularizada en Segovia durante el siglo XVI.

Esta celebración fue tomando más importancia en la primera mitad del siglo XVII y, consciente de ello, el Cabildo aunaba fuerzas y prebendas para que Segovia pudiera tener una custodia a la altura de otras ciudades, no sin varios intentos fallidos por falta de financiación. Los capitulares ofrecieron durante años sus donativos para los trabajos de confección, incluso dejando escrito en sus testamentos que una vez fallecidos, familiares y herederos seguirían aportando la cantidad
necesaria.

El primer diseño presentado ante el Cabildo fue el del conocido orfebre español Juan de Arfe, cuya obra se puede ver en la actualidad en la custodia de la Catedral de Sevilla o la de Valladolid.  Pero el proyecto cayó en el olvido debido a la mayor importancia dada a otros asuntos de la iglesia en Segovia, a la insuficiente aportación para obra tan costosa y por la alta cantidad demanda por de Arfe, muy bien pagado por otras iglesias y catedrales.

Sin embargo, el Cabildo no se resignaba a tener la custodia y los capitulares seguían donando parte de su patrimonio. En los libros de fábrica de la Catedral aparecen reflejados estos pagos, como el realizado por el canónigo Pablo Martínez Beltrán, en 1628, que donó once mil cincuenta reales para ayuda de la custodia.
Finalmente, el 21 de agosto de 1655 tras varios tanteos y zanjado el diseño, se formaliza el contrato por escritura en Madrid con Rafael González y Juan de Vergara para hacer labrar de plata blanca una custodia portátil para la dha santa iglesia. La entrega fue marcada por el Cabildo para un mes antes del comienzo del Corpus de 1656, y la institución se comprometió a entregarles 420 marcos de plata para confeccionar la custodia y una casa para que los dos maestros pudieran vivir con sus familias en Segovia.

Los trabajos comenzaron según lo previsto pero al poco tiempo, en enero de 1656, Juan de Vergara renuncia “amigablemente” al contrato y queda como único maestro Rafael González. A los pocos días, González hace memoria y plantea al Cabildo que los 5.460 ducados iniciales que iba a emplear para comprar la plata son insuficientes, por lo que los canónigos inician recogida de limosna “puerta a puerta”, con el objetivo doble de financiar también las obras de la Catedral, aún en proceso.

Después de varios meses, los 2.000 ducados necesarios para proseguir la confección de la custodia llegaron a manos de Rafael González que pudo entregarla en el plazo establecido, no sin cierto grado de polémica debido a que el nombre del obispo, Francisco de Araujo y Chaves, no aparecía grabado en la pieza. Se solventó este problema y el Cabildo felicitó al maestro toledano por el trabajo, para acto seguido, ingresarle los pagos atrasados.

El resultado final, añadiendo la carroza de Pedro de Riezgo en 1740, es una custodia compuesta de dos cuerpos, una cúpula octogonal coronada por la Fe y relieves repujados. Todas las representaciones angelicales y decoración están en función de la exaltación del Santísimo
Sacramento.

La ciudad de Segovia pudo estrenar su deseada custodia en el Corpus Christi de 1656 tras años de debate y estrechez económica. Esta celebración de adoración al Cuerpo de Cristo en la Sagrada Forma ya estaba muy implantada en Segovia y, la nueva custodia, llenó ese día las calles de actos en un ambiente festivo.
Los barrios nobles de Segovia se cubrieron de flores antes de que empezara la misa y procesión, a la que asistió toda la corporación del Cabildo, autoridades civiles y militares y el recién elegido obispo Fray Juan del Pozo. A los actos religiosos oficiales se sumaron una corrida de toros en la Plaza Mayor y la representación de un Auto Sacramental.

Datos de una fiesta con raíces y de reafirmación del dogma de la Eucaristía que nos llegan hasta hoy a través de la custodia más importante de la Diócesis de Segovia.

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