Menú Cerrar

Historia de los obispos de Segovia

La relación a lo largo de la historia entre las ciudades y sus demarcaciones y el gobierno de los obispos ha sido decisiva en la evolución de los movimientos políticos, sociales y religiosos en España.

El caso de Segovia y su diócesis es un claro ejemplo del papel que jugaron los alrededor de 108 obispos en los acontecimientos más relevantes, ya sea por la relación con reyes, la ayuda económica y social dada durante las pestes que asolaron la ciudad en varios años o las nuevas corrientes religiosas y culturales que traían desde el Vaticano y otros puntos estratégicos, sobre todo de Europa.

Desde la perspectiva histórica, la diócesis de Segovia ha contado con obispos casi desde los primeros años del cristianismo. Según algunos escritos, pero sin certificación histórica explícita, San Geroteo fue el primer obispo de Segovia. Tras ser convertido al cristianismo por San Pablo en Chipre, juntos viajaron hasta la Península Ibérica, y este le nombró obispo cerca del río Eresma, en el año 64 d.C.

Hasta el siglo VI no hay constancia real de actividad religiosa en Segovia. En el año 529 se aprueba la separación de Segovia de la diócesis de Palencia pasando a formar parte de la diócesis de Toledo. Entre los Concilios de Toledo, celebrados desde el año 397 y hasta el 702 en la capital visigoda, fue nombrado el que oficialmente sería el primer obispo de Segovia, Don Pedro, en el 589.  Posteriormente destaca D. Deodato, en el año 681 confirmado como obispo de Segovia en el XII Concilio de Toledo y por el rey visigodo Ervigio. Fue uno de los 61 obispos que asistieron al III Concilio de Constantinopla (681).

Al obispo D. Deodato le sucedió el religioso visigodo D. Decencio en el año 690. Durante su gobierno en la diócesis segoviana dio comienzo la invasión musulmana de la Península Ibérica y no se tuvo más noticias del funcionamiento de la diócesis hasta el año 940, cuando fue nombrado obispo D. Ilderedo, vinculado al Reino de León. Probablemente, en este periodo la diócesis quedó vacante o hubo un gobierno desde los reinos cristianos que resistieron. De estos años de invasión si se conoce la historia y martirio en el año 715 del santo más venerado en Segovia, San Frutos. 37 años después, el beneficiado de la iglesia de San Gil en Segovia, Sácaro, escondió la imagen de la Virgen de la Fuencisla en sus bóvedas, junto a un pergamino que lo atestiguaba.

En 1079 Alfonso VI conquista Segovia y fue repoblada años más tarde por el conde D. Raimundo de Borgoño, seguidor de la Orden de Cluny, nacida en Francia en el año 909 y muy influyente en Castilla durante la Edad Media. De origen francés uno de los más importantes y decisivos obispos de Segovia fue D. Pedro de Agen. Nombrado por el Arzobispo de Toledo, D. Bernardo, en el año 1112, don Pedro refundó la diócesis tras siglos de destierro, comenzó la construcción de la antigua catedral en el año 1116 y trasladó para su veneración los restos de san Frutos y sus hermanos san Valentín y santa Engracia en el 1125.

Tras Pedro de Agen, siete obispos le sucedieron hasta la llegada en el siglo XIII de D. Gerardo, que accedería al obispado en el 1211. D. Gerardo era partidario del rey de Castilla Alfonso VIII e interfirió ante el Papa Inocencio III para que apoyara la acción contra los mahometanos. Este apoyo se tradujo en la batalla de Navas de Tolosa en el 1112.

Dentro de la diócesis de Segovia, el siglo XIII destaca como el comienzo de su esplendor. En el año 1208 fue fundado el templo de la Vera Cruz de la Orden del Temple bajo la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, y el 16 de julio de 1228 tuvo lugar la consagración de la antigua Catedral por el cardenal de Santa Sabina, D. Juan.

En la mitad del siglo obtuvo el cargo de obispo de Segovia D. Raimundo de Losana, del 1249 al 1259, quien también destacó por ser el consejero, confesor y notario del Rey Fernando III el Santo – en 1248 libraría a Sevilla del control musulmán-. Así, en el año 1259, D. Raimundo se convertiría en Arzobispo de Sevilla. A su muerte sus restos se trasladaron a Segovia y actualmente su sepulcro se puede contemplar en la Capilla del Cristo del Consuelo de la Catedral de Segovia.

Antes de llegar al siglo XIV, el obispo de Segovia, D. Blas Pérez Velázquez ,1289-1300, dejó su impronta a través del buen gobierno reconocido por el Cabildo tras el aumento de las rentas y de la herencia legada a la diócesis.

En el año 1300 toma posesión como administrador apostólico de Segovia D. Fernando Sarracín que celebraría Sínodo en la capital segoviana el 5 de septiembre de 1303.

Mientras tanto, el poder del cabildo y la diócesis aumentaba en el siglo XIV no exento de revueltas e inestabilidad. D. Pedro de Cuéllar, obispo desde 1325 a 1350 hizo publicar una Constitución sobre la convocatoria y organización del Cabildo Catedralicio debido a las disensiones en su seno. También D. Pedro destacó por la publicación de la obra “Religión y sociedad Medieval”, un Catecismo sobre los usos y costumbres del clero y del pueblo.

Cuando accedió al trono Juan I de Castilla en 1379, D. Hugo de Alemania ya gobernaba la diócesis de Segovia, y asistió a las Cortes de Burgos de 1379 donde se confirmaron los privilegios de la diócesis. Otro hecho destacable de esta época fue la celebración de Cortes en Segovia en 1383 que supuso el cambio de la fecha de la era por el año de nacimiento de Jesucristo.

El siglo de oro de Segovia es el XV, asiento de la Corte y fecha de construcción del monasterio del Parral y de San Antonio el Real. Un largo periodo de 39 años, hasta 1437, fue el que D. Juan Vázquez de Cepeda ocupó el cargo de obispo, influyente en la política como consejero de Enrique III, tuvo que hacer frente al conflicto con los judíos por la supuesta profanación de estos de la forma sagrada en la Antigua Sinagoga Mayor. Por este hecho, su propiedad fue traspasada a la Iglesia Católica.

D. Juan Arias Dávila, obispo de 1461 a 1497, destaca por su labor reformadora de la Iglesia segoviana. Para ello convocó tres sínodos, siendo el más importante el Sínodo de Aguilafuente, y entre las medidas aprobadas destacó la incompatibilidad de los cargos políticos y religiosos. Su gusto por el arte hizo que mandara traer la imprenta a Segovia, y elaborar el primer libro impreso en castellano, El Sinodal de Aguilafuente. Fue hombre de confianza de la reina Isabel I pero una acusación de la Santa Inquisición por sus raíces judías hizo que se marchara a Roma.

El acceso al trono de Carlos I provocó en Castilla la Guerra de las Comunidades 1520-1522, con fuerte impacto en Segovia, donde su antigua catedral quedó impracticable. El obispo D.Diego de Ribera fue el promotor de la primera piedra de la nueva Catedral en 1525, construyéndola a mayor distancia del Alcázar, centro del poder político. En este siglo se celebró el Concilio de Trento (1545-1563), al que acudieron los obispos que ocuparon la diócesis.

D. Gáspar de Zúñiga y Avellaneda (1550) trasladó los oficios del templo de Santa Clara a la nueva Catedral, y destaca también el obispo D. Diego de Covarrubias, que tras tomar posesión en 1565, celebró dos sínodos y fue nombrado Presidente del Consejo de Castilla en 1572. Su padre, Alonso de Covarrubias y Leya, fue el arquitecto de la Catedral de Toledo.

A finales del siglo, en 1598, una gran peste asoló Segovia, y el obispo D. Andrés Pacheco, tuvo que hacer frente al drama social y religioso que diezmó la ciudad.

Tras esta epidemia, Segovia entró en una grave crisis. Mientras tanto, la diócesis iba instituyendo las festividades y prácticas religiosas. El 4 de febrero de 1613, D. Antonio Idiaquez Marique presidió el traslado de la Virgen de la Fuencisla desde la Catedral en construcción hasta el Santuario de la Fuencisla, edificado en el siglo XVI. Además, el obispo D. Antonio donó 6000 ducados para reparar los daños tras el incendio en la Torre de la Catedral el 18 de septiembre de 1614 a las 19:00.

En el contexto de la Reforma y la Contrarreforma, iniciada por el catolicismo frente a los protestantes, los cabildos catedralicios, entre ellos el de Segovia, impusieron el juramento de “tener y defender el misterio de la Purísima Concepción de Nuestra Señora”. D. Fray Íñigo de Brizuela, en 1622, fue uno de los primeros en hacerlo para llegar a ser obispo, aunque dos años más tarde renunció y se ocuparía de la presidencia del Consejo de Flandes.

D. Diego Esolano y Ledesma en 1664, hombre de confianza de Felipe IV, accede al obispado de Segovia pero cuatro años después se trasladó como corresponsal a Viena.

En 1699, D. Baltasar de Mendoza y Sandoval llega al obispado, pero su apoyo a la facción del Archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión, tras morir sin descendencia el rey Carlos II, hará que el nuevo rey, Felipe V, lo destituya pero dejándolo volver años más tarde.

Segovia seguía en crisis, parcheada con algunos signos de recuperación como fue la consagración de la Catedral de Segovia el 16 de julio de 1768 por el Obispo D. Juan José Martín Escalzo. En 1767 se expulsó a los jesuitas de Segovia y en 1781 se abre el Seminario Conciliar de San Frutos y San Ildenfonso bajo el gobierno de D. Alonso Marcos de Llanes, que además, como promotor de la Ilustración, apoyaba el reformismo borbónico.

Los franceses ocuparon Segovia en 1808 y durante este periodo convulso fue obispo D. José Antonio Saenz de Santa María de 1797 a 1813. El rey Carlos IV, padre de Fernando VII, lo presentó al cargo. Tuvo que hacer frente a una importante peste en 1804, por lo que prestó su Palacio Episcopal para asistencia médica. En 1808 se trasladó a Cádiz para desde allí apoyar a Fernando VII, proponiendo tesis conservadores como la restauración de la Inquisición, en contraste con el tono liberal de la Constitución de 1812.

En 1815, D. Isidoro Pérez de Celis, llegó al Obispado con la restauración del absolutismo de Fernando VII, el Trienio Liberal y la intervención de la Santa Alianza. En 1832, D. Joaquín Briz, un año antes del comienzo de la Regencia de María Cristina, se convirtió en obispo y pidió a la regente que no ejecutara la Ley sobre el Arreglo del Clero aprobada en Cortes, debido a su carácter representativo y liberal.

D. Rodrigo Echevarría y Briones, confesor de la nombrada reina Isabel II, y a propuesta de esta, ocupó la silla del obispado de 1857 hasta 1875. Bajo su mandato, en 1857, se publica en la Catedral la bula de su Santidad, Pío IX, por la cual la diócesis de Segovia dejaba de ser sufragánea de Toledo para pasar a depender de la Archidiócesis de Valladolid.

Durante el llamado Sexenio Revolucionario, tras el exilio de Isabel II en 1868, D. Antonio García Fernández entró en la diócesis en 1872 y, posteriormente, postulado como representante a las Cortes Constituyentes por aclamación popular, cargo que nunca aceptó.

El siglo XX comienza con cambios en la sociedad que se manifiestan en el inicio de la secularización y el agotamiento del Régimen de la Restauración (1875-1902).

La reforma de costumbres o la promoción de la frecuencia de los sacramentos fueron objetivos básicos para D. Julián Miranda y Bistuer, ascendido a obispo en 1904, y deseoso de una religiosidad social más viva y práctica ante los nuevos retos. En 1911 celebró Sínodo en Valladolid que concluyó con más de 300 constituciones sobre estos temas.

En las trayectorias de los clérigos antes de llegar a puestos relevantes era habitual y obligatoria la oposición a la canonjía si se quería acceder a los cabildos, y esto era común entre los obispos de Segovia, como D. Remigio Gandásegui Y Gorrocháteguique había opositado en el Cabildo de Cádiz y en 1914 llegó a Segovia como obispo. Esta oposición quedó eliminada en 1983 mediante el nuevo código de Derecho Canónico.

Manuel de Castro y Alonso, Obispo en 1920 destacó por su contribución a la adaptación de la religión a las nuevas costumbres y escribió, entre otros, sobre la cremación e inhumación de cadáveres.

En el año 1929, D. Luciano Pérez Platero, es nombrado Obispo, cargo que ostentó hasta 1944. Controló la Iglesia de Segovia en tiempos de la II República y la Guerra Civil, destacando por sus tesis alejadas de las republicanas y por desacuerdos con clérigos como el párroco de Turégano, Jerónimo García Gallego, representante republicano en el Parlamento. Finalmente, Pérez Platero lo suspendió “ad divinis” al presentarse a las elecciones de 1936. Conocedor de los nuevos medios de comunicación, apostó por ellos para la evangelización de la sociedad.

El periodo de esplendor vocacional y religioso en la diócesis se le atribuye al gobierno de D. Daniel Llorente y Federico, del 1945 a 1969. Asistió al Concilio Vaticano II y como insigne catequista consiguió actualizar la metodología a los nuevos tiempos.

Llegados a la transición en 1975, en Segovia la diócesis está en manos de D. Antonio Palenzuela Velázquez, cercano al cardenal D. Vicente Enrique y Tarancón y firme defensor del mensaje de reconciliación y paz. Su labor durante esos intensos años le llevó a presidir la comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal.

A D. Antonio Palenzuela Velázquez le sustituye en 1995 D. Luis Gutiérrez Martín, en cuya biografía destaca el asesoramiento en la reforma del Concordato de 1953 y la Ley de Libertad Religiosa (1967). Además, creó el necesario Servicio Asistencial para Religiosos, con raíz autónoma, y paso fundamental para la autonomía de la Iglesia Católica en España.

En 2007 D. Ángel Rubio Castro inició sus siete años de ministerio pastoral que culminaron el 13 de diciembre de 2014 con una actividad pastoral importante y con la mirada puesta en la renovación vocacional y religiosa de la sociedad segoviana.

El actual obispo de Segovia es D. Cesar A. Franco Martínez, ocupó el puesto de obispo Auxiliar de Madrid bajo el mando de D. Antonio María Rouco Varela. Se hizo público su nombramiento el día 12 de noviembre del año 2014 tomando posesión de la diócesis el 20 de diciembre.

Compartir
Reserve Aquí
YouTube
YouTube
Tiktok