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Órgano de la Epístola

El primero en actualizarse fue el órgano de la Epístola. El Cabildo acordó el 7 de julio de 1700 hacer un órgano que se colocase en el lado de la Epístola y en agosto de 1702, bajo las órdenes de Pedro de Liborna Echevarría, el órgano fue entregado. Este instrumento forma parte de la organería castellana, tanto por su antigüedad y calidad como por su autor, nombrado “Organero del Rey” al año siguiente de asentarlo.

Pedro de Liborna asienta el órgano en lo alto del coro del lado de la epístola en una caja construida un año antes por el maestro ensamblador Francisco Zerrato. De este mueble se han conservado hasta la actualidad las trazas originales firmadas por ambos maestros. En 1708, De Liborna Echevarría actúa de nuevo en el órgano, apeándolo y lo afina posteriormente, siguiendo la regla del gremio de hacerlo periódicamente cada 6 años

Pedro de Liborna siguió realizando las acciones necesarias sobre el órgano de la Epístola hasta 1716, última afinación documentada, a excepción del periodo 1713-1716, cuando Manuel Pérez Molero se encarga de afinarlo. Entre los años 1729 y 1746 el organero José Ortega fue el encargado de la conservación y de la incorporación de los fuelles, además de proponer el apeo del órgano, sin llevarse a cabo por diferentes motivos.

Una vez pasados 50 años de su construcción, en 1752-1753 se realiza otro “apeo y afinación” y se renuevan por completo los fuelles que, con toda probabilidad, se tratan de los actuales. En 1766 Santiago Casado dora la caja del órgano, que había permanecido “en blanco” desde su asentamiento.

Siguiendo la cronología, en el año 1769 el Cabildo Catedral de Segovia encarga a Pedro Manuel de Liborna Echevarría y José de Liborna Echevarría, hijo y nieto de Pedro de Liborna Echevarría, hacer el nuevo órgano del lado del Evangelio. Dentro del contrato se incluía la condición hacia ambos maestros de apear, componer y afinar el órgano de la Epístola. Este trabajo lo llevó a cabo en 1773 José de Liborna, trabajos que él mismo se encargaría de realizar de nuevo en 1779 y 1799.

Tras 11 años, en 1792 el organero Manuel Sanz realiza una importante compostura, apeo y afinación del órgano, cambia en 1795 el teclado original por uno de su autoría y toda la lengüetería de este instrumento. La última renovación del siglo se realiza en 1798 por el organero José Verdalonga.

Este instrumento forma parte de la organería castellana, tanto por su antigüedad y calidad como por su autor, nombrado “Organero del Rey” al año siguiente de asentarlo

Hay que saltar hasta el 1847 para que otro miembro de la prestigiosa familia de organeros Echevarría realizara labores de apeo y compostura del órgano, la única del siglo documentada. Fue José de Marigómez de Echevarría, sobrino de Josef Liborna Echevarría quien también supervisó las obras de subida del diapasón hasta los 19 metros para igualarlo con el del órgano del Evangelio. En ese año se propuso sustituir el órgano de la Epístola por el de la Iglesia del Convento del Parral, operación que no se llevó a cabo.

El siglo XIX supuso para el órgano de la Epístola un deterioro evidente y llegó a ser considerado por el organista del momento como “instrumento que no tiene cosa particular que llame la atención”. Ante esta situación, en el 1900 el Cabildo actúa para que no se eche a perder, aunque parece que no se realizó ninguna acción.

La situación económica, política y el desconocimiento del valor artístico de este instrumento lo relegaron al olvido hasta que en 1965, el organista Francis Chapelet, alerta de su posible pérdida. En 1966 y 1967 se realiza la reparación y puesta a punto por la firma Organería Española S.A., momento en el que se sustituye el antiguo varillaje de la mecánica de notas por uno de gusto industrial y se pone motor al órgano.

Más recientemente, en el 2009, el órgano fue restaurado, por última vez, por la empresa Taller de Organería Hermanos Desmottes S.L. y la caja del órgano fue encargada a la empresa Restauroprograma Hispania S.L.

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