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Restauración del sepulcro del Infante don Pedro

El lunes 18 de noviembre del 2019 a las 10:00 fue el momento elegido para abrir el cofre forrado con terciopelo que guardaba los restos del Infante Don Pedro, hijo de Enrique II, 461 años después de su traslado desde la antigua catedral. Este pequeño cofre había sido encontrado días antes por los propios restauradores en un hueco rectangular abierto en la base de su sepulcro cuando se disponían a levantar la tapa con la efigie del niño para restaurarla de forma más segura.

El importante hallazgo de tres huesos e indumentaria pertenecientes al Infante se contextualiza dentro de los trabajos de restauración del sepulcro, cuyos restos se trasladaron en 1558 hasta su lugar actual. Para depositarlos, se construyó el sepulcro con reja que se ubica en el centro de la antigua capilla de Santa Catalina, ahora en proceso de renovación.

La restauración se enmarca dentro de la intervención integral en este espacio, antiguo Museo Catedralicio, que se convertirá próximamente en una sala para albergar una colección de orfebrería.

El sepulcro del Infante ha sido restaurado entre octubre y diciembre del 2019 por los restauradores Paloma Sánchez y Graziano Panzieri. El coste total de la restauración ascendió a 11.305€, financiados en su totalidad por el Cabildo Catedral.

Más información sobre la investigación antropológica y genética de los restos del Infante y los resultados de la primera fase en https://catedralsegovia.es/resultados-investigacion-antropologica-infante-don-pedro/ 

 

Proceso de restauración del sepulcro 

Sobre un zócalo de piedra de granito y rodeado por una reja de hierro policromado y dorado, se levanta el sepulcro del infante Don Pedro. Este sepulcro realizado en la segunda mitad del siglo XVI está compuesto por dos bloques de piedra caliza.

El que sirve de base guarda en su interior, en un nicho rectangular excavado en la piedra, los restos del infante. El bloque de piedra que sirve de tapa, está tallado con la figura yacente del niño. Tanto la base como la tapa están policromadas al óleo y presentan zonas doradas al mixtión. La decoración pintada imita diferentes piedras de mármol.

La reja, de estilo renacentista, está formada por balaustres de hierro policromado en azul y dorado en los anillos y pilastras de las esquinas. En el friso superior aparece la inscripción: “AQVÍ IAZE EL INFANTE DON PEDRO FIJO DEL SEÑOR REI DON ENRRIQVE SEGUNDO –  ERA – 1404 – AN – 1366”.

El Infante murió al caer desde una de las ventanas del Alcázar de Segovia y su padre, Enrique II, siempre quiso que se honrara la memoria de su hijo expidiendo un privilegio el 26 de enero de 1367 por el que dotó  4 capellanías con 8.000 maravedís y mantenimiento de dos lámparas y dos porteros, todo para el sepulcro, que se erigió en la antigua catedral.

Antes de la restauración el sepulcro presentaba pérdidas de soporte pétreo, localizadas en la parte superior de la base e inferior de la tapa, probablemente originadas por los intentos frustrados de abrirlo en siglos anteriores.

En la figura del niño existían pequeñas pérdidas en manos y cara producidas por golpes que desfiguraron el rostro del yacente. Estos daños se intentaron reparar en el pasado reconstruyendo la nariz con material ceroso, y la boca y los ojos, con un mortero gris de gran dureza.

Igualmente, toda la superficie del sepulcro aparecía oscurecida por recubrimientos oxidados aplicados a lo largo del tiempo, polvo y gotas de cera. El sepulcro se encuentra en el centro de la antigua capilla de Santa Catalina, un espacio con diferentes usos en el pasado.

La reja presentaba levantamientos de los estratos de policromía debidos a la humedad por condensación presente en la capilla, situada contigua al claustro. Existía un fuerte ennegrecimiento de las superficies originados por la acumulación de aceites y otros protectores aplicados sobre la reja a lo largo del tiempo.

Antes de acometer cualquier intervención por parte de los restauradores se llevó a cabo el sentado de color de los estratos polícromos de la reja para evitar desprendimientos y pérdidas. En el proceso se presentó la opción de abrir el sepulcro.

La apertura del sepulcro se realizó finalmente con el objetivo de mejorar la accesibilidad a las partes internas de la reja y poder intervenir correctamente en la figura del yacente. Al abrirlo se halló el cofre rojo que guardaba tres huesos e indumentaria de bebé.

El trabajo, tras este hallazgo y una vez retirada la tapa con la efigie, siguió con la eliminación de restos de cera y reposiciones inadecuadas sobre la cara del niño. A la vez, se limpiaba las superficies policromadas del sepulcro.

Los restauradores, Paloma Sánchez y Graziano Panzieri, pudieron actuar con mayor seguridad en la limpieza de las superficies policromadas de la reja. Sobre el sepulcro de piedra caliza se realizó una reintegración volumétrica de las pérdidas de soporte pétreo en la efigie y base. Posteriormente, se reintegraron cromáticamente mediante el empleo de acuarelas y tonos neutros. Para la reintegración cromática de las lagunas de color de la reja se emplearon pigmentos al barniz y técnica de rigatino. La apertura del sepulcro hizo más segura la restauración por parte de los restauradores.

Los trabajos de restauración finalizaron en diciembre con la inhumación de dos de los tres huesos del Infante en el mismo cofre. El sepulcro fue de nuevo cerrado con la figura del yacente 461 años después de que los restos del Infante se trasladaran de la antigua catedral.

El coste total de esta restauración ascendió a 11.305€ financiados por el Cabildo Catedral. Próximamente se podrá disfrutar de la visita a este sepulcro una vez se termine de acondicionar como sala de orfebrería la antigua capilla de Santa Catalina. 

 

Antes y después de la restauración:

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