La capilla del Descendimiento se encuentra en la nave de la Epístola, entre la capilla de San Blas y la capilla de Santa Bárbara. Alrededor de sus muros, una leyenda cuenta que fue adquirida en 1661 por el canónigo Don Cristóbal Bernardo de Quirós para su entierro y patronazgo. En una de sus pinturas murales, se puede apreciar el escudo del fundador.
La capilla está cubierta por una bóveda estrellada, policromada en vivos colores. Las claves doradas están ornamentadas con motivos florales, con el anagrama de María en la clave central.
El retablo, realizado a mediados del siglo XVII, es obra de algún ensamblador segoviano que siguió los pasos de Pedro de la Torre. Es de orden gigante y consta de banco, cuerpo principal flanqueado por dos pares de columnas y ático. El hueco central lo llena un gran lienzo del Descendimiento de Cristo y, en el ático, se encuentra otro del Calvario (Cristo, la Virgen y San Juan) con la figura de María Magdalena al pie de la cruz. A ambos lados de esta pintura, hay dos tallas que representan a San Pedro y San Pablo. En los intercolumnios, sobre ménsulas, figuran dos ángeles, uno portando la corona de espinas y otro el paño de la Verónica.
Sobre el altar del retablo, hay una urna vacía, ahora vacía, que en tiempo pasados albergaba la imagen del Cristo Yacente, realizada para ser contemplada lateralmente como complemento escultórico de las pinturas de la calle central ya mencionadas. A ambos lados de la urna, dos pinturas representan a dos ángeles niños portando algunos símbolos de la Pasión (la caña, el martillo, los clavos…).
El Cristo Yacente es una obra barroca del siglo XVII, realizada por Gregorio Fernández en su última etapa (1631 – 1636) y donada a la Catedral por el obispo Melchor de Moscoso y Sandoval. La talla se caracteriza por el dramatismo contenidos en los rasgos, pero enfatizado en la sangre que mana de sus heridas. Nos encontramos ante un cuerpo esbelto, tratado con un gran naturalismo, detallismo y minuciosidad, reforzado por los postizos de los ojos, dientes y uñas, que otorgan más realismo a la imagen. Presenta las características que definen el trabajo del artista en la individualización de los mechones del pelo y la barba, así como los pliegues angulosos del paño de pureza y sudario. La imagen procesiona el Viernes Santo por las calles de la ciudad de Segovia.
Para esta capilla se instalaron cuatro obras pertenecientes a la obra “El pliegue sobre el pliegue”, una exposición temática y retrospectiva de la obra de David Rodríguez Caballero, que recoge una selección de todas las tipologías y series de su trabajo, presentados simultáneamente en dos espacios de la ciudad: el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y la catedral. Las piezas concebidas por el artista para la Catedral se sitúan alrededor de la talla barroca de Gregorio Fernández; el artista ha creado cuatro piezas dedicadas a las llamadas “Virtudes Cardinales”, incidiendo en el contraste de esas virtudes y la figura de Cristo muerto.
Delante del retablo hay dos hacheros de madera, en cuya base puede verse representado el búcaro con las azucenas, símbolo del Cabildo.
La capilla se cierra con una reja barroca realizada por el rejero madrileño Lorenzo Hernández de Medina y dorada por el maestro segoviano Pedro de Prádena en la segunda mitad del siglo XVII. Consta de dos cuerpos de barrotes abalaustrados, rematados por sendos frisos con cornisas. En el segundo cuerpo se sitúan dos adornos con estética heráldica, el primero de los cuales contiene la palabra “año” y el segundo la fecha de “1668”. La reja tiene total simetría, consta de catorce balaustres en cada una de sus tres calles, y se alzan sobre sencillas basas con toros y escocias de sección rectangular rematándose por arandelas seguidas de molduraje similar al de la base. Remata el conjunto una crestería decorada con motivos geométricos y vegetales de mayor barroquismo, el escudo del fundador con las armas de los linajes de Bernaldo de Quirós, Segovia, Rivera e Ibáñez, y un crucifijo.
